El gobierno peruano se está preparando para la guerra, pero el enemigo no es una potencia militar extranjera, sino que son sus propios ciudadanos. La policía, por lo visto, no es lo suficientemente letal para frenar la protesta social, no es lo suficientemente efectiva frente a los conflictos que amargan al habitante de palacio. Quien ocupa el sillón de Pizarro quiere aplicar soluciones fracasadas de antaño a problemas jamás resueltos, en su nuevo catecismo donde han abandonado cualquier lucha en favor de la justicia social, la mano dura y el militarismo cobran nuevos bríos desde el Decreto Supremo Nº 007-2008-DE, por el cual se permite que el Presidente de la República mande tropas a zonas que no están declaradas en emergencia. Esto es, carta blanca para el presidente, con una norma del ejecutivo, para que el ejército reprima al pueblo que juró proteger.