«A solicitud del ministro de Defensa, Allan Wagner, el comandante general del Ejército, general Edwin Donayre, no llevará a cabo la ceremonia de condecoración a los medios de comunicación que estaba programada para el martes 11», relatan en La República. Y el Comandante General del Ejército del Perú, general Edwin Donayre, cual Pilatos, se lava las manos. «No Señor ministro, fueron mis asesores, que yo no tuve nada que ver en todo este asunto», debió decir, o al menos algo así. El diario al servicio del poder, ya sea de Alan o de Montesinos (o de los dos a la vez) iba a recibir el próximo 11 de diciembre una condecoración «por haber contribuido a que la institución castrense haya logrado el cumplimiento de sus objetivos», según informó Ángel Páez en La República.
Dicha condecoración no era más que el triunfo del clientelismo en las altas esferas, y el premio a un medio de extrema derecha que se dedica a tirar estiércol a todo aquél que intente que «los civiles» tengamos un ejército controlado y transparente (ambas cosas van de suyo en una democracia, cosa que aún en Perú no entendemos). La Razón recibía órdenes del propio Montesinos, incluso cuando el mismo ya estaba en la cárcel. Y bueno, las campañas orquestadas desde La Razón contra el ministro de Defensa, las ONG de Derechos Humanos, la Comisión de la Verdad, y todo lo que oliera aunque sea un poquito a impedir la discrecionalidad del poder, y siempre con una perspectiva belicosa con respecto a nuestro vecino del sur. Sin olvidar que del poder están demasiado cerca, no por gusto La Razón es un medio bastante recurrido por el aprismo oficialista para defender sus tesis, ya sea en entrevista, contratando reportajes para ensalzarse o para atacar a los opositores, o escribiendo artículos de opinión en dicho medio (aunque Alan García prefiere escribir en El Comercio).
José Alejandro Godoy hace un buen repaso a la historia reciente del medio de Montecristo Editores y lo injustificada que resultaba la condecoración, y ocraM nos recuerda por qué todo apunta al gran año que tienen y seguirán teniendo los afortunados Wolfenson y Winter, tan cerca del poder actual, anterior, y fujimontesinista. Si es que tener buenos amigos sale bien siempre… Y si el propio presidente de la República realiza una defensa legal pública a tu persona, sabes que es más que un amigo, dinero por medio cuando se tercie, que no todos los favores son gratuitos.
Allan Wagner, Ministro de Defensa, tenía razones de sobra para no querer ver una condecoración en el pecho de Uri Ben Schmuel, Director de La Razón, a tenor de titulares como «¡Wagner tambalea por traidor prochileno!», «¡Esta es la red prochilena!», «¡Lobby chileno protege a Novak!», sin contar un buen número de artículos que no merecieron un titular en primera página. Así pues, llamada al canto en cuanto se enteró el Ministro de todo esto (por la prensa, curiosamente). Si esto es un sin Dios, cierto es que las condecoraciones de este estilo son competencia del ejército, pero no está de más un poco de coordinación entre las fuerzas armadas y el ministerio de Defensa (como mínimo).
Lo que no me queda del todo claro es si «no celebrar la ceremonia» es sinónimo de no entregar la condecoración (si esto se hará sin ceremonia, se le manda a redacción un paquete con las medallas o lo que sea y santas pascuas). Supongo que la «no celebración» trae consigo la «no entrega».
Lo que le falta a las Fuerzas Armadas, y en especial al Ejército del Perú, para terminar de ciscarse en sí mismas es condecorar a medios como «La Razón», y encima diciendo cosas como que la condecoración era un reconocimiento a «todos los medios de comunicación» sin realizar «distinciones políticas o idiológicas» en tanto que ayudan a los objetivos castrenses, entre otras cosas porque no se está dando a un medio cualquiera, ni siquiera a un medio limpio (aunque sea un mero panfleto chicha), sino que se da (daría o quería dar) a La Razón y todo lo que ello implica (para más información, los dos artículos recomendados anteriormente, el de José Alejandro Godoy y el de ocraM). Así que cuentos chinos sólo para dormir, que esto es serio. Dentro de lo serio que es nuestro deleznable ejército.
Por otro lado, sigo sin saber cuáles son los objetivos castrenses que han sido conseguidos gracias a la ayuda de La Razón. ¿Desprestigiar a los defensores de los derechos humanos es un objetivo castrense? ¡Parece que sí! ¿Justificar todo acto del Ejército por más que sea jurídica y socialmente reprobable? ¡Debe serlo! ¿Asustar a la población para justificar un armamentismo absurdo y gastador? ¡Esta definitivamente sí! No es que sean buenos objetivos del ejército, pero al menos serían objetivos a los que sí ha contribuido de forma extremadamente activa La Razón, otros no se me ocurren.