En Casa… Curiosa forma de llamar a un lugar indeterminado que no existe más que en los recuerdos de un pasado cada vez más lejano gracias a la costumbre del tiempo, que se dedica a pasar. En Casa, es donde siento que ahora estoy, he vuelto me digo, pero nada se parece, todo ha mutado e intento vivir en el espejo del pasado ofrecido por unos recuerdos que cada vez más son simples esbozos de una realidad que aún no estoy seguro de haberla vivido.
La pertenencia no es a un lugar, es a una serie de hechos que existen porque así completamos nuestra definición de nosotros mismos, nuestro Yo, está formado por un carácter de la utopía esteriotipizada de un terruño rodeado de una serie de elementos que ni los merecemos ni nos definen, al no saber quienes somos, tendemos a recurrir a lo que otros consideran que un colectivo es.
Pero esa no es la casa donde estoy, no es un terruño ideal enclavado en un montón de estereotipos que consideramos permanentes cuando sólo son un pantallazo azul dispuesto a dejarte sin comprensión alguna sobre lo que ves y pasa, no, va más allá de un enclave concreto, más aún, es simplemente virtual, móvil por definición, ella está donde otros están, no se define por nada más que una circunstancia subjetiva y mutable, dispuesta en todo momento a permanecer impasible ante esa mutabilidad, donde esos elementos estén estará mi casa, aunque no conozca el entorno, ni la localización, ni nada más que el objetivo virtual de contener la esencia de un sentimiento.
Ahora, otra vez, estoy en ella, pero la Casa, ya no la mía ni la de nadie, está totalmente incompleta, le falta un pilar que fue y será básico, así es la vida y no puede ser de otra forma, porque, simplemente, no sería vida, es curioso cómo un pequeño elemento en la existencia de un todo inabarcable puede alterar hasta lo aún no escrito de esa forma, y el tiempo, por más que pase, es incapaz de ir contra sí mismo.
Eso sí, al parecer, estoy en casa.