Los miércoles en la mañana traen como hecho político interesante el día de control al gobierno, al menos podría ser interesante si no realizaran, casi todos los grupos, monólogos más que preguntas, y si las respuestas de los miembros del gobierno estuvieran en consonancia con lo que se le pregunta. Esto es como aquella entrevista a Bono en La Mirada Crítica, en que el presentador preguntaba algo y Bono decía cualquier cosa menos una respuesta, al reproche por parte del periodista de «no me está contestando» Bono, con todo su estilo campechano, respondió: «Usted pregunta lo que le da la gana y yo contesto lo que me da la gana».
El que peor contesta, dentro del gobierno, es el presidente del mismo, José Luis Rodríguez Zapatero, cuyas respuestas nunca son tales, normalmente son un «y tú más» contra el Partido Popular, y las menos, son respuestas que no cuadran con lo preguntado, esto es, se va por los cerros de Úbeda o simplemente da el discurso que tenía preparado de casa que nada tenía que ver con lo preguntado.
Así pues, hoy Mariano Rajoy preguntó como debe (y esta es de las pocas veces que me verán decir algo bueno de la capacidad comunicativa del líder popular), después de recordar los datos macroeconómicos y de empleo: «¿Que balance hace usted con estos datos de la eficacia de sus medidas económicas?»
¿Cómo contestó Rodríguez Zapatero? ¡Saliéndose por la tangente! Está bien que comenzara hablando de la situación internacional, el PP se esfuerza en concentrar todo lo negativo en el gobierno y desconocer la realidad internacional (al margen de que mucho del problema en España viene por su propia estructura económica, pero, valgan verdades, esta es la misma desde la primera época del PSOE, y el PP no la cambió, sino que la incentivó y aupó, poco puede criticar en ese aspecto si no hace, previamente, un mea culpa), pero ahí el presidente del Gobierno de España debió decir claramente «un mal balance», o «la situación no es buena con los datos en la mano» y de ahí, si se quiere, explicar el porqué no es buena, el porqué se les ha salido de control el desempleo y sobre todo, lo que más importa, qué rayos están haciendo para revertir la situación. Rajoy no le preguntó qué estaba haciendo el gobierno (eso vino después), preguntó qué balance hacían.
Sé que el tiempo que tienen es más bien corto, pero no vendría mal un poco de autocrítica, de aceptar que los números no son buenos, de, con sus propias reglas de medición, ver que sus indicadores hablan contra sus políticas, y que sus medidas económicas, como poco, no contribuyen a salir del pozo (aunque, pueden decir, que al menos consiguen que no nos caigamos del todo, como con el plan de «obra pública para ayuntamientos», que no genera empleo -no mucho al menos-, pero evita que este año se destruya más empleo).
Como digo, acá hay mucho que explicar, y no todo es culpa del gobierno de turno (el gobierno ni lo controla todo ni lo puede hacer, y mucho es situación arrastrada, no solo de la época del PP, como se empeña el PSOE, sino posiblemente de los últimos 50 años, desde el Spain is diferent y el ladrillo como inversión única), y no hay que olvidar que los gobiernos autonómicos tienen muchas competencias y que las autonomías tanto del PP como del PSOE están sufriendo o capeando de forma distinta la crisis, que afecta a sectores concretos y depende demasiado de la estructura económica local. Ejemplos no faltan: Madrid (PP) y Andalucía (PSOE) son de los que peor están llevando el tema, uno por culpa de la construcción y el otro por los servicios y un tejido industrial nulo y de capa caída desde hace ya mucho. Navarra (UPN, hasta hace nada, marca electoral del PP) e Islas Baleares (PSOE en coalición) salen con resultados alentadores (que no positivos, aunque Baleares consiguió reducir el paro, poco, pero reducirlo).
Rodríguez Zapatero, tras cinco años en el gobierno, aun no aprende a contestar lo que se le pregunta. En ese sentido es mucho mejor María Teresa Fernández de la Vega, actual vicepresidenta del gobierno, cuyas respuesta es dura y directa casi siempre (tal vez demasiado breve), no busca contentar ni estar a la defensiva, sino atacar (lo que está dentro del juego político) y, aunque luego se va por los cerros de Úbeda, al menos al principio de sus intervenciones casi siempre encontramos la respuesta a la pregunta, aunque sea con un «no» (casi nunca un «sí»).
Pedro Solbes Mira, segundo vicepresidente y ministro de Economía y Hacienda, es otro que sabe responder, siempre a lo que se le pregunta, con un estilo totalmente distinto a la primera vicepresidenta, eso sí, no responde como «ministro», sino de una forma más propia de un analista económico que ni le va ni le viene lo que pasa, él dice cómo lo ve y poco más, analiza el pasado, como hacen los economistas, y opina sobre el futuro, como mucho se lamenta de que todos los otros ministros le pidan plata.
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