Vaya días. Hay momentos en que no se entiende lo que ocurre, que falta información de lo que está pasando y que nadie está dispuesto a darla. Así tenemos lo del jueves, unos dimes y diretes por todos lados. Una convocatoria de rueda de prensa del presidente de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont, se avisaba como el final del problema: disolución de la cámara catalana y convocatoria de elecciones. Se daba por hecho, los socios del PDeCAT, ERC, ya tachaban de traidor a Puigdemont (Rufián, diputado en el congreso, hablaba de 155 monedas de plata). Algo pasó, no consiguió lo que quería (que el PP, entre otras cosas, bajara la intensidad y quitara las medidas suspensivas de la autonomía; el PSOE estaba presionando para que el «155» fuera condicional); la rueda de prensa iba retrasándose. El Senado continuaba con el debate de las medidas pedidas para que el gobierno de la nación se hiciera con Cataluña. [Continúe leyendo en De Igual a Igual]