El grito en el cielo. Muchos países, ante los sucesos del Tíbet, se han quejado por la falta de libertades en China y han mostrado sus reparos para que la capital del gigante asiático sea la sede de las olimpiadas del verano. Claro, es que ahora ha comenzado el problema de la libertad de expresión o el de la contaminación en Pekín. Lo peor es que muchos de los países que han manifestado que «medio» boicotearán las olimpiadas (la inauguración nomás) no son grandes defensores de los derechos humanos ni mucho menos, así que tenemos a los burros hablando de orejas.