Anoche un acuerdo entre los líderes republicanos y demócratas, firmas acá y allá, suspicacias varias pero un discurso común: Este plan hay que aprobarlo. Bush anuncia las buenas nuevas en la mañana, acá la hacemos linda, dice, primero en la cámara de representantes se aprueba esto en un pispás y el miércoles lo aprueba la cámara alta, el Senado. Todo atado se suponía. A la hora de la verdad la inexistente disciplina de partido dio la razón a las bolsas europeas, que seguían su caída libre sin creerse el plan para nada: 228 votos en contra frente a los 205 síes confirmaban los temores del resto del mundo, Estados Unidos se quedó sin plan.