Sobre el caso de peculado de Carlos Raffo

«[E]s obvio que no sé quién dejó el dinero»
Carlos Raffo

No me imagino cómo debe ser la vida de una persona en entradas y salidas de dinero para que reciba ni más ni menos que 450 mil dólares en el año 2000 y no sepa (y lo considere obvio) quién le dejó el dinero. En marzo de ese año la RMV era de 410 soles mensuales, y el cambio rondaba los 3,5 soles por dólar, esto es, Carlos Raffo recibió 305,3 veces el salario bruto anual en términos de sueldo mínimo en un periodo de un año más o menos y ni se preguntó quién le daba la plata realmente. En donde trabajo está contado hasta el último centavo, incluso asumiendo que hay dinero que no se puede controlar (por falta de tiques y demás), 430 mil dólares es demasiado dinero para que entre en la zona oscura de esa plata que no sabes ni a dónde va ni de dónde vino.

Carlos Raffo sí admite haber recibido la plata, según él era para «ayudar en la campaña presidencial del 2000», y presenta facturas (algunas) para asegurar que ahí se gastó la plata. Poco claras deben estar las cuentas del partido de Fujimori para no poder determinar de dónde vinieron esos 430 mil dólares (más dinero que el que tienen muchos partidos en Perú), y poco claras deben estar también las propias declaraciones tributarias del fujimorista ahora procesado para que ese dinero «para ayudar en campaña» haya permanecido tanto tiempo en la oscuridad.

La defensa de Raffo es simple: Él no sabe quién le dio el dinero, pero sabe que no fue Montesinos ni fue en el SIN (algo que asegura la propia secretaria del ex asesor presidencial, ahora preso por corrupto), y explica que todo lo recibido se debe a que era proveedor de la campaña de Fujimori (entre otras cosas, del ritmo del Chino) o del Estado, según corresponda en cada caso, en el pasado afirmó:

«Yo era un proveedor. Me quieren mandar cinco años preso porque Montesinos y su banda dicen que ellos me dieron la plata, que fui al SIN a recibir ese dinero […] Cuando yo hago el presupuesto del ritmo del chino y unos caset para ser distribuidos, Fujimori me dijo que la gente de Perú 2000 me iba abonar este asunto y me lo iba a llevar […] si me preguntan qué ciudadano o mensajero me dejó el dinero en la oficina, yo no lo sé, yo estaba viajando con Fujimori […] Yo puedo no saber quién dejó ese dinero pero sí te puedo asegurar que no fue Montesinos […] el cargo es que él me dio el dinero en la mano y que yo sabía que eran fondos públicos (unos 250 mil dólares)»

La corrupción en los últimos años del régimen de Fujimori era pública y notoria, es difícil asegurar que siendo parte del aparato del partido y proveedor del mismo no se supiera la malversación constante de fondos públicos en favor del presidente que buscaba la re-reelección, al punto que le estalló al régimen en la cara una vez ya re-reelecto y el presidente huyó del país y dimitió por fax.

Además, cuando se reciben importantes sumas de dinero en metálico es difícil pensar que las mismas están pagándose de forma regular, y cuando de ellas no consta prueba documental (un recibo emitido por la recepción del dinero), más todavía. Miles de dólares entregados en sobres y a Carlos Raffo le parece normal y justificable. Es cierto que en ese entonces era legal, ahora ni siquiera lo es.

¿Como proveedor pagó todos los impuestos por las sumas recibidas en pago de sus trabajos para la campaña o del Estado? Porque probando eso quedaría claro, al menos, el destino del dinero, y que no se estafó, mientras tanto, al Estado (aunque me da que los delitos tributarios, en todo caso y si existieran, ya han prescrito). Luego quedaría por probar que no sabía que el dinero que recibía era del erario, pero ahí jugaría en su favor la presunción de inocencia.

Existe un gran problema, en cambio, cuando solo se tienen unas facturas con las que se pretende probar la finalidad del dinero recibido, pero no más, y en cambio hay otras pruebas y declaraciones, además de indicios, que apuntan al conocimiento efectivo del origen del dinero (una malversación de fondos públicos) y al menos su utilización irregular.

Parece increíble que a Carlos Raffo le pareciera normal que el Estado (él dice que lo que recibió -según él nomás fueron 237 mil dólares-, el 90%, era por su trabajo directo para el mismo) le pagara en sobres con dinero u otras fórmulas extrañas… A la gran familia fujimorista le cuesta demasiado probar que no fueron corruptos en términos generales, pero aun hoy hay congresistas que en su juramentación lo hacen, además de por dios y la patria, por el bienestar de Alberto Fujimori. A la propia Keiko Fujimori, líder sobre el papel del fujimorismo y ex candidata presidencial, le cuesta explicar de dónde salió todo ese dinero con el que vivía y estudiaba en Estados Unidos. Entre todos los peruanos le hemos pagado la gran vida a toda una generación de sanguijuelas que no dejan de tentar el poder.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.