El año de… hay que fastidiarse

Ha cambiado el año unas horas atrás, esto quiere decir que nosotros, occidentales que dominamos el mundo, decimos a todos que ha pasado un año más, incluso lo hemos celebrado (y de cuándo en cuándo vemos como un divertimento exótico cómo en otras culturas celebran el final de año, tan arbitrario como el nuestro, celebrado un día diferente a nuestro 31 de diciembre), vuelvo a ver la fecha, por si las moscas, cualquiera sabe al leer que una serie de congresistas* pidieron que sea el Año del Submarino en el Perú, ya se sabe, ese instrumento que hoy por hoy se usa básicamente para la guerra (porque se celebran esos submarinos, no los de exploración oceánica, por eso se recordaría su uso en las fuerzas navales), igual no es 1 de enero, ni 31 de diciembre, o 30 o 29, sino 28, y es una bromista nota del 28, que un despistado no puso a tiempo, o no leí en su día (este 28 he visto demasiadas cosas que hubiese prefiero que fueran bromas, pero no, no lo eran, para mi total asombro). ¿Submarinos militares antes que José María Arguedas? ¿Es una broma? ¿No? ¿Encima gana la votación el vehículo militar? ¿O fue por una canción de The Beatles?

El presidente del Perú, saliendo por la tangente (o la curva si le vemos), declara el año como el del «Centenario de Machu Picchu para el Mundo», donde aprovecha para «celebrar» la devolución de unas piezas justamente por quienes en su día las mandó para allá, hace algo menos de cien años (99 y unos meses, a fecha de hoy), aunque por lo visto ya se tienen datos claros de esas ruinas desde 1902 al menos, pero bueno, puestos a celebrar, cualquier cosa antes que un escritor indigenista, supongo.

Estamos en el «Decenio de las Personas con Discapacidad» (periodo 2007-2016 si no mal recuerdo), y en el año (en breve o ahora, según desde dónde lea esto) del «Centenario de Machu Picchu para el Mundo». ¿Para qué sirve esto? En teoría es un «reconocimiento», en la práctica es tener dos líneas extras en las publicaciones oficiales, una razón absurda de debate (en el que estoy entrando, sea dicho, mea culpa, cuando me vean no se olviden de lanzarme tomates) si submarino o personaje que se merece reconocimientos (y que ganen los submarinos, para ver como el presidente hace lo que se le sale de las narices, que para algo él manda), esto quiere decir que gastamos tinta por puro gusto.

Así gasto la primera bala de esta bitácora en el 2011, para tirar al cielo mientras me cisco en lo idiotas que somos (me incluyo, ¿no ven que disparo al cielo por este tema justamente?), y lo volvemos debate nacional, lo curioso es que debatimos la superficialidad (si Arguedas o submarinos, si Machu Picchu o todo lo demás, si…) en vez de fijarnos en el fondo del asunto: Lo absurdo de los decenios de algo y los años de lo algo otro. O al menos debatir sobre ese fondo, asumimos que todos los años sean el año de algo y no nos preguntamos ni para qué sirve eso ni qué efectos tiene ni qué gastos supone ni por qué rayos lo hacemos, lo asumimos como natural, como asumimos que nuestros políticos con puestos en el gobierno se cisquen en la ley electoral sobre el apartado de publicidad o que los políticos con cargo vivan de poner su cara (no ya su lema, sino su foto) en cuanta obra hacen con nuestra (la de todos) plata. Así de conformistas somos con lo que ya nos parece habitual, con lo que es natural en nuestro día a día, por eso ya ni hacemos muecas con el chiquillo que limpia el parabrisas de la combi en que andamos, ni que la misma sea «pirata», simplemente «es». Pero me salgo del tema, mi opinión sobre todo este asunto:

  • Si estas declaraciones sirvieran de algo (positivo quiero decir) no existirían.

Ahora, una «vida» menos para todos los que propusieron (y apoyaron) al submarino de mi parte.

*Recogen en El Comercio:

«figuran Luis Giampietri, Mercedes Cabanillas, Keiko Fujimori, Lourdes Alcorta, Ricardo Belmont, Yaneth Cajahuanca, Raúl Castro, Luis Galarreta, Luciana León, Guido Lombardi, Isaac Mekler, Carlos Raffo, Juvenal Silva, entre otros según figura en la moción de orden del Día número 10717.»

Un comentario en «El año de… hay que fastidiarse»

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