Irán: Sobre apoyos a los «líderes»

Ni Musaví es un héroe de la democracia ni Ahmadineyad la última resistencia antiimperialista

(Foto: «Iran warns women over slack dressing», Amir Farshad Ebrahimi, cc by-sa 2007)

Tenemos una facilidad asombrosa para tragarnos los blancos y negros como única respuesta sistémica del mundo y parte del extranjero, de entender la existencia, en otras palabras, en binario. Si no eres A eres B, no hay más posibilidades, o conmigo o contra mí. No hay posibilidad, tampoco, en profundizar o cuestionar a B o A, según las preferencias electivas en cuanto a héroes y villanos, ni de intentar entender las razones del otro, mucho menos de plantear intermedios. 0 o 1, no hay más.

Me duele que una izquierda importante, esa que aun tiene, tenemos, sueños revolucionarios, caiga en el facilismo de apoyar tiranías de carácter confesional y destrucción de los principios que defienden, defendemos, solo porque es el enemigo de nuestro enemigo, incluso caen, caemos, en la idiotez de no ver más allá de un único enemigo, de haberlo personalizado tanto que no pueden, podemos, ir más allá en el análisis de otros potenciales enemigos o de fijarnos, realmente, en que ese enemigo individualizado no es el único, ni mucho menos el principal, es una consecuencia de lo que repudian, repudiamos, no una causa.

Así pues, Ahmadineyad se vuelve en un bueno incuestionable porque se ve como enemigo del imperialismo estadounidense, incluso destacan, destacamos, que es pro-chino y pro-ruso, sin caer en la cuenta que ambos serían puntos en contra, Rusia es un país tan capitalista como Estados Unidos pero bastante más corrompido y corruptor, que no duda en aplastar los derechos que son pilares de la izquierda que ve como enemiga el imperialismo, Rusia quiere llegar a esa fase que aborrecen, aborrecemos. Y pro-chino, hoy por hoy, es capitalismo de Estado y censura. ¿Ese es su, nuestro, eje del bien? ¿Tan idiotas son, somos?

Niegan, negamos, el fraude electoral mientras que recuerdan, recordamos, constantemente que las elecciones burguesas (y en Irán lo son, con muchas más peros democráticos en tanto que hablamos de un sistema en que no hay libertad de elección real en tanto que los candidatos pasan por el duro filtro de los guardianes de la revolución integrista religiosa) son una pantomima y hablan, hablamos, de fraude con irregularidades menores mientras que los 3 millones de votos sobre el censo son defendidos como… ¿un triunfo de la participación popular?

¿Cómo es que se apoyen, apoyemos, a un tipo que mantiene una revolución islámica que no deja, por ejemplo, que una mujer, o un ateo, acceda a la presidencia del país o que las somete a todo tipo de trato vejatorio y discriminaciones hasta en la forma de vestirse y donde la homofobia campa a sus anchas como en cualquier país fascista? ¿¡Cómo es posible que apoyen, apoyemos, a un gobierno que persigue a la izquierda!? ¿¡Cómo es posible que sean, seamos, tan hipócritas cuando denuncian, denunciamos, la represión de los Kurdos en Turquía pero no en Irán!?

Ahmadineyad es parte conservadora y reaccionaria de un sistema completamente contrario a sus, nuestras, ideas, y si bien la revolución islámica contó con la ayuda de una izquierda revolucionaria, no hay que olvidar que había un Sah aun peor que el resultado que ahora se tiene, pero que finalmente ganó, dentro de las tres o cuatro fuerzas que consiguieron echar al dictador mantenido por EUA y Reino Unido, el ala más conservadora, integrista religiosa, que finalmente decidió reprimir durísimamente a la izquierda, a los kurdos, a las mujeres, a los homosexuales, a todo medio que se negara a plegarse al poder… ¿Y eso es lo que siguen, seguimos, apoyando? Una cosa es una alianza estratégica y puntual y otra hacer el tonto de forma permanente.

Por otro lado, pero en el mismo sistema finalmente (como dijo Payman Piedar hace unas semanas, «no hay mucha diferencia entre los bandos del poder», y Musaví es parte de uno de esos bandos dentro las reglas de juego de la burguesía islámica afincada en el poder), tenemos a Musaví, un reformista. ¿Qué significa reformista en una república islámica? Que, dentro del ámbito de las leyes islámicas (que están por encima de la Constitución), se mueve a unas posturas más progresistas, en términos de modernidad, que los llamados conservadores, que dentro del islamismo son los más reaccionarios, aun así, si hablamos de derechas e izquierdas, ambos están a la derecha del espectro político, muy a la derecha.

Desde los medios controlados por el gran capital se presenta a Musaví como un demócrata a lo occidental (y se obvia todo su pasado), y en parte tienen razón, apuesta por una burguesía fuerte y represión de las clases populares, igual que en las democracias formales que tenemos en este lado del mundo. Musaví es apoyado porque quieren tumbar a Ahmadineyad, no por otra razón.

Musaví es parte del sistema, no es que vaya a cambiarlo y revolucionarlo, no quiere ni le interesa, ya ha sido parte de gobiernos iraníes, en concreto, ha sido Primer Ministro de la República Islámica (y ministro de relaciones exteriores) y a él le debemos fortísimas represiones a toda la izquierda y a la población en general, durante la Década del Terror los iraníes conocieron la represión de quienes levantan la voz contra el integrismo religioso.

Es cierto, quiere acabar con la policía moral, pero no con las prácticas que esa policía tiene encomendada, es cierto, no obligará a las mujeres a vestir de una determinada forma, pero no las liberará del yugo de una sociedad jerarquizada y discriminadora, es cierto que no va a censurar todos los medios de comunicación de forma directa, como hace Ahmadineyad, sabe que eso crea más problemas de los que soluciona, pero mantendrá suficientes medios bajo su control para que los críticos sean voces en el desierto, como pasa en occidente, lo que no es cierto es que la izquierda pueda vivir una legalización, no olvidemos que fue justamente durante la época en que Musaví era ministro del régimen se prohibió el Partido Comunista Tudeh, duramente reprimido y actualmente en el exilio (su comité Central), ese partido participó en la revolución del 79 y así se lo pagaron (tanto la guerrillera izquierda islamista de los Muyahidin como la izquierda laica más mansa fueron duramente reprimidas durante los ochenta). En fin, obras son amores, para el pasado de este demócrata recomiendo: «El pasado de Musaví» en Guerra Eterna.

Como he insistido en todas estas líneas, tanto Musaví como Ahmadineyad son parte del mismo problema, del mismo sistema reaccionario y represivo, del mismo juego del capital (sea de Estado o privado, acá no hay grandes diferencias), de integrismo religioso y moralinas de segunda mientras se ejecuta al otro, pero uno es actualmente el poder, y el otro necesita apoyos para conseguir dicho poder.

¿Qué deben hacer las clases populares en Irán? Les toca a ellos decidirlo, claro, no voy a ser tan pedante de extrapolar lo que pienso desde un cómodo sofá ibérico a una realidad que conozco de oídas y leídas. Lo que sé es que las izquierdas de nuestros barrios no pueden, podemos, hacer piña cerrada en favor a Ahmadineyad solo y únicamente porque sea antiestadounidense, esa postura es tremendamente infantil y simplista, contraria a todo lo que defienden, defendemos, solo por hacer la puñeta al imperialismo estadounidense… ¡Y en favor de otros imperialismos o postulantes a imperio!

No ver qué es el reino de terror de Ahmadineyad y lo corrupto que es su gobierno es una ceguera selectiva que nos pone al mismo nivel que los medios de desinformación que siempre criticamos. Al menos abramos nuestras mentes a lo que las fuerzas revolucionarias (de izquierda, se entiende) iraníes piden y quieren, porque ellos saben qué es lo que pueden conseguir apoyando a otro hombre del régimen, a Musaví, frente al que ahora digita todas las decisiones tomadas en el país islámico.

Está bien que denunciemos que Musaví no es un demócrata de toda la vida (en medios masivos dos cuestionamientos a ese personaje ahora presentado como héroe de la democracia verde: «¿Quiénes son los nuestros en Irán?» y «Musaví: el héroe del trapo verde»), que su idea de la democracia pasa por el mantenimiento de una República Islámica, que es una forma poco endulzada de teocracia totalmente incompatible que los mínimos estándares de democracia burguesa y formal que mantienen como la correcta y adecuada, pero esa denuncia no significa, no debe significar, la defensa numantina del actual presidente y sus prácticas más que sucias, incluso en el plano electoral (de yapa: «Israel prefiere que gane Ahmadineyad»).

No caigamos, todos nosotros, en el simplismo binario, no caigamos en ver la situación desde el solo ahora, no olvidemos las estrategias a largo plazo y el rechazo firme a las teocracias, no olvidemos que el enemigo de nuestro enemigo no es necesariamente nuestro amigo, no hagamos amigos de la izquierda a quien sin dudarlo nos dispara.

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