Hacia el sistema mayoritario en Venezuela

Al margen de la absurda disputa dialéctica entre Hugo Chávez y los Vargas Llosa, y de las nacionalizaciones de empresas, lo que está pasando en el plano electoral es sumamente importante (posiblemente más, mucho más, que los dos hechos anteriores). En Venezuela se va a cambiar un sistema (defectuoso, eso sí) proporcional para favorecer uno mayoritario, con el agravante que tal vez el voto valga por dos (el de cada uno, pero esto favorecería, obviamente, a los partidos más grandes en detrimento del resto). Ojo, esto no es, ni mucho menos, un movimiento «antidemocrático» (como he visto retratado en algún medio), pero sí claramente contrario a la proporcionalidad, en la línea de países como Italia o Reino Unido (iba a poner de ejemplo el senado español, pero desde hace más de 30 años su labor es ninguneable).

El sistema electoral vigente en Venezuela (desde el 2000, pueden ver un ejemplo de adjudicación en PDF acá) es una combinación del sistema mayoritario y el proporcional, esto es, hay diputados que se eligen de forma proporcional y otros nominales (ya sea uninominales o plurinominales en listas abiertas), que es «un paso más allá» del voto preferente que tenemos en Perú, y un paso mixto al senado que tienen en España, sin ser «puramente» un sistema uninominal como en Reino Unido. Para el reparto proporcional se usó el sistema D’Hondt. El resultado, en general, es bastante proporcional en tanto que existen una serie de mecanismos que compensan el mayoritario con el proporcional.

Actualmente el «cargo nominal» (que representa el 60% de los electos) se «resta» de los cargos elegidos por lista, con lo que el sistema es más parecido al voto preferente en el Perú, no afectando demasiado al reparto proporcional, aunque en caso de que una lista no saque curul pero sí lo saque nominalmente un candidato, el cociente es eliminado del reparto por listas en favor del candidato nominal (lo que puede favorecer, en casos muy concretos, a partidos minoritarios con fuerte seguidismo de una personalidad). La Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPE) aprobada en primera lectura (y que se abre la consulta pública ahora, si no me equivoco) elimina esa «resta» duplicando, de alguna forma, los votos. Y claro, aumenta la cantidad de escaños para cargos mayoritarios.

El nuevo sistema, curiosamente, se presentó como de mayor proporcionalidad, pero lo que garantiza es que la parte mayoritaria del sistema electoral gana peso en detrimento de la parte proporcional, según la oposición, será una relación de 70% de diputados elegidos por sistema mayoritario frente a 30% proporcionales, lo que significaría que un partido con un apoyo del 51% del electorado puede acaparar el 90% de la cámara. Luego se ha presentado, por el partido dirigido por Chávez, como más «justo» al dar representación a quienes tienen el apoyo mayoritario y permitir, además, armonizar el país ante la profunda división política existente. Este último argumento suena a mala broma la verdad, el primero es propio del desprecio a las minorías políticas (como existe en otros países: Estados Unidos, Reino Unido, lo que quiere Berlusconi en Italia, etc.) que suele conducir a sistemas bipartidistas.

La oposición pone como antecedente nefasto en cuanto a la proporcionalidad la Asamblea Constituyente, cuyos integrantes se eligieron, en 1999, mediante sistema mayoritario con circunscripciones uninominales (127), los que apoyaban a Chávez, pertenecientes a distintos partidos del Movimiento V República (MVR) consiguieron un apoyo electoral (en votos válidos) del 60% y se quedaron con el 95% de los escaños de la cámara constituyente. Chávez rompió, además, la pluralidad dentro del propio MVR al impulsar la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), algo que sentó mal a formaciones tan tradicionales como el Partido Comunista de Venezuela.

La oposición venezolana recuerda que un sistema como el que Chávez propone fue el que permitió que el PRI gobernara 70 años en México, y no era un ejemplo de buen funcionamiento democrático para nada. También recuerdan que la opción, si esta ley triunfa, para los partidos regionales, pequeños y demás es refundarse en grandes partidos nacionales, lo que lleva a sistemas bipartidistas (como el de Estados Unidos, mencionan, yo agregaría que es justamente lo que quiere Berlusconi en el ya mañoso sistema electoral italiano).

El sistema electoral define cómo participan los ciudadanos en las democracias formales, esto es, representativas, por tanto, es el primer pilar del Estado, al que detestan a más no poder los políticos, por ello suelen intentar jugar con las reglas para modificarlas en su favor de forma constante, y es lo que está pasando en Venezuela, donde van para un sistema mayoritario que en poco ayuda a la representación proporcional de las distintas ideologías existentes (lo que pasa, insisto, en otros países que nadie niega su democracia, aunque para mi gusto son tremendamente criticables).

Los venezolanos se deben preguntar qué sistema quieren, si prefieren el bipartidismo al pluripartidismo, si los sistemas mayoritarios y nominales les parecen mejores a los sistemas de lista cerrada o voto por lista con orden preferente, y a partir de ahí deben aceptar o rechazar la LOPE, deben tener presente que el parlamento que nazca de su seno será el que dirija el país.Personalmente creo que todo sistema mayoritario es un retroceso.

Excurso: La ley al parecer tiene una serie de omisiones que suenan más a errores que a otra cosa, como no incluir a los venezolanos en el exterior como ciudadanos con derecho a voto o tener un índice que menciona artículos que no figuran en la ley aprobada en primera votación.

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