Afganistán: Tropas y violencia contra la mujer

Es la obsesión del actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, es poder acabar con el polvorín de la República Islámica de Afganistán, protectorado estadounidense (perdón, de la OTAN) tras la rápida guerra iniciada en el 2001 y que realmente no ha terminado. ¿Cómo solucionará el problema? Tres vías, una la diplomacia internacional, acuerdos con Irán mediante y favoreciendo pactos como el de Afganistán con Pakistán contra los «talibanes» -pero solo contra los «malos»-, favorecer la integración de los talibanes -que «abandonen la violencia»- en el nuevo protectorado a la par que se aúpa a los antiguos y actuales señores de la guerra otra vez y, por último, se destinará más soldados y personal que «entrenará» a los afganos, ese momento Vietnam

Hamid Karzai, antiguo muyahid (de esos entrenados y apoyados por la CIA para que combatan a los soviéticos) y actual presidente de Afganistán, es el claro ejemplo de lo que está pasando en Afganistán. Puede que Al Qaeda comience a matar menos (tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo), pero las mujeres en Afganistán seguirán sufriendo la violencia de quienes hacían (y hacen) la yihad (mientras que en Siria o Gaza son terroristas, en Afganistán son aliados de la OTAN, ¡viva la coherencia!), de los talibanes, de los integristas y fanáticos como Karzai y los suyos, y por supuesto, todo el pueblo afgano seguirá sufriendo los «excesos» de los señores de la guerra, esos que se lían a tiros con sus propias fuerzas de seguridad, que salen de cargos públicos llenos de riqueza por corrupción y luego, al tiempo, EE.UU. premia con apoyarles otra vez políticamente, mientras tanto ofrecen la cara del absolutismo más brutal y despótico.

Pero me pierdo, Karzai firma una ley para los chiíes (porque hablamos de un país integrista religioso, donde la ley es distinta según tu religión) que aprueba la violación de las mujeres dentro del matrimonio (prohíbe que una mujer se niegue a tener relaciones sexuales con su marido). A la par, en la mejor línea de los talibanes (recordemos acá cómo la propaganda imperialista nos mostraba el sufrimiento de la mujer en el régimen talibán, ese mismo que ellos crearon porque antes integristas que rojos, para justificar la «llevada de la democracia» a punta de pistolas), la ley prohíbe que la mujer salga sin autorización de su marido (¿sigue vigente una ley similar en Arabia Saudí? Hace unos 5 o 6 años aun tenían leyes en ese sentido, otro gran aliado de occidente). La ley, como guinda final, «garantiza la custodia de los hijos únicamente a sus padres o abuelos». La mujer se vuelve en una suerte de esclava del hombre. Sin más, sin menos.

Por supuesto que el gobierno afgano ha ido firmando los tratados de derechos de las mujeres, por supuesto que tienen una constitución que iguala en derechos y deberes, y hasta tienen parlamentarias, pero bueno, todos sabemos cómo son estas cosas, en países donde no existe el Estado de Derecho y la religión es la que guía los pasos, en contra del positivismo jurídico, de los gobiernos, pasan estas cosas.

Pero no importa, Estados Unidos saluda lo que hace el gobierno, no le importa la opresión de las mujeres, no le importa la pobreza extrema de los habitantes del país, no le importa nada de eso, solo saludan que se mate «terroristas» y «narcotraficantes», es lo único que vale la pena, el resto que se vaya al carajo. Como pasó cuando la guerra fría, como pasó con los integristas y fanáticos que luego se volvieron los malos, como volverá a pasar si los señores de la guerra, como uno de los favoritos de la Casa Blanca, Gul Agha Shirzai, retoman el poder.

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