Los mandatarios que firmaron el tratado de Lisboa lo tenían claro: Para seguir avanzando en la Unión Neoliberal de Europa (también conocida como Unión Europea) el texto del nuevo tratado debía ser aprobado por los parlamentos o gobiernos (según toque) evitando en todo caso pasar por los referendos. Así pues, países donde el «no» fue dado al Tratado por el que se establecía una Constitución para la UE serían evitados, sus ciudadanos ignorados, y la UE se dotaría de nuevas normas para funcionar con 27 miembros (el problema es que el tratado de Niza es insuficiente).
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Una Unión decimonónica
Sesenta horas. Sesenta y cinco en casos particulares. La Unión Europea se ha vuelto decimonónica, y no me refiero a que la estructura que encarna sea anticuada ni mucho menos, lo digo en el sentido de que ha descubierto la máquina del tiempo y el Consejo ha decidido mandarnos al pasado a todos. Negociación directa Empresario – trabajador para ver si el último trabaja 60 horas a la semana. Sí, 60 a la semana.
Kósovo: Crónica de una independencia anunciada
Crónica de una independencia anunciada
El parlamento de la ex provincia de Serbia, Kósovo, aprobó una declaración unilateral de independencia en sesión extraordinaria. Los 109 parlamentarios que acudieron (de 120, de los cuales 20 estaban destinado a las minorías étnicas) a la sesión plenaria votaron a favor de la medida que independiza la provincia de mayoría albanesa. Jakup Krasniqi, presidente del parlamento kosovar, declaró que desde hoy «Kosovo es un Estado democrático, libre e independiente».
La UE que no queríamos se nos viene encima
Todos los medios han aplaudido, de forma más o menos clara, el nuevo tratado de la Unión Europea, que pronto se firmará y que se intentará ratificar a espaldas de todos los ciudadanos de la Unión. Con este tratado se pone fin, sea dicho, a la iniciativa que pretendía llamar Constitución Europea a un Tratado de reforma de la Unión, que facilitaba la vida en algunas cuestiones (limpiaba el enrevesado sistema comunitario), pero que no era más que un tratado en la línea de «más mercado», aunque conseguía una pequeña declaratoria de derechos, no era lo principal del texto (aunque en la publicidad aparecía como lo importante). Y no avanzaba en ninguna de las dos grandes carencias de la Unión: Participación democrática y superación de los Estado-Nación. El actual tratado es una versión simplificada, descafeinada, del mencionado tratado constitucional, por tanto es una suerte de seguidismo simplón de lo existente, que en vez de solucionar los problemas planteados los agranda.