¿Rodríguez Zapatero es marxista?

No sé cómo comenzar esta entrada, creo que hasta sobre esto ya he escrito antes (pronto en esta casa haremos 7 años, eso es mucha tinta digital escupida)… Lo he vuelto a ver. En realidad es una constante entre los opinadores de la Derecha de España, tachan sin problemas a Rodríguez Zapatero (y a las acciones en su gobierno) de «extrema izquierda», incluso en el editorial de Libertad Digital de hace unos días (6 de septiembre) podemos leer: «Al contrario, Zapatero sigue siendo tan sectario como cualquiera de los habituales asistentes a la fiesta leonesa. (…) Zapatero sigue siendo tan «rojo» como el que más y sus ideas continúan petrificadas en el duro granito de la ortodoxia marxista.» ¿De verdad lo creen? ¿De verdad creen que Rodríguez Zapatero representa a la «ortodoxia marxista»? Basta recordar lo que ha hecho (durante estos siete años, no solo tras el inicio de la crisis), lo que dice y, por supuesto, lo que propone su partido (formación que borró el marxismo de sus estatutos hace treinta años).

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La rendición de Rodríguez Zapatero

El gobierno tapa sus vergüenzas en uno de los peores debates del Estado de la Nación de los últimos años. Es normal, es difícil defender una cosa, la contraria, el guiño a la derecha y a la izquierda a la vez, es difícil decir que se gobierna para los más necesitados mientras se les exige pagar favores para alegrar a quienes causaron, básicamente, la crisis, es difícil decir que se es de izquierda cuando se gobierna solo con la derecha, es difícil aceptar que los principales programas sociales (mal hechos desde el inicio) se cortaron por un tema meramente económico, como es difícil mantener las misiones de Libia y Afganistán con un discurso que permitió sacarlas de Iraq, es difícil explicar por qué se está al lado del gobierno marroquí y no del pueblo saharaui… Eso ni lo tocó, al menos no en las intervenciones que vi. En todo caso, Rodríguez Zapatero nos ha descubierto un nuevo principio: «Principio de realidad», que es de «sentido común».

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Subida de impuestos en España

Existe una fuerte sensación de que Rodríguez Zapatero improvisa. No sé si improvisa, pero sí lo parece. Se fija demasiado en la aritmética del Congreso de los Diputados, está demasiado pendiente a las encuestas de opinión y no tiene lo que hay que tener para marcar líneas de actuación a largo plazo. O eso parece. Las idas y vueltas con el tema de los impuestos continúan y la mala gestión de la medida del subsidio no contributivo para parados que han agotado la prestación por desempleo acrecientan esa idea de un gobierno que improvisa, mientras tanto el baile por los presupuestos no queda claro de si el gobierno elegirá a la izquierda parlamentaria o al PNV como pareja de último momento, ante el desafuero previsible de la enfadada quinceañera de CiU.

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El ajedrez financiero y otros cuentos de terror

Es curioso cómo funciona este país en ciertos temas, uno de ellos es la financiación, tanto de las comunidades autónomas como de las olvidadas entidades locales (diputaciones, cabildos y ayuntamientos, fundamentalmente), existe un doble discurso y una falsedad manifiesta de forma constante en estos temas, así como mucho arreglo debajo de la mesa y con cantidades finales fijas a las que se «acomoda» el sistema lo mejor que se puede, eso y muchas ganas de fastidiar «al otro».

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Y Rajoy lo negó tres veces, para luego admitirlo

Esta entrada es de puro politiqueo, de ese desagradable. La campaña política para las elecciones europeas en España se ha vuelto, por culpa y gracia de los dos partidos mayoritarios que copan los medios de comunicación, en el tú tienes más corrupción y nepotismo. Y donde el No Es Lo Mismo® parece el verdadero lema. El Partido Popular ha sido tan torpe de lanzar al PSOE un búmeran en vez de una flecha, y ahora está recibiendo el golpe que pretendió dar. Sí, hablo del uso de los aviones militares para fines privados.

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Consideraciones sobre el debate del Estado de la Nación (I)

Por una parte, los debates sobre el estado de la Nación deberían ser importantes, un momento sano para analizar un año de la legislatura, propuestas de futuro e iniciar verdaderas guerras ideológicas, pero por otro, vemos que ahí cada quien va a su bola (perdónenme la expresión), con los insultos por delante, unos planteando el debate como moción de censura y otros como si fuese la sesión de investidura. No sé si hay «ganadores» en estos debates, no sé si sea correcto plantear el mismo como una contienda que busca el KO del adversario, lo que sí sé es que el debate ha perdido, en gran medida, la razón de ser, es como una sesión de los miércoles, de control al gobierno, pero alargada en dos días (lo que no está mal, pero no es un Estado de la Nación).

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Cacareando que es gerundio: ¿Muchos ministros?

El otro día hablé del meme de los progresistas del PSOE sobre qué causó la burbuja inmobiliaria en España (acusan a una ley de Aznar en el 98), hoy toca hablar de «los tres gobiernos del PSOE en 5 años», o una variante bastante curiosa, más por falsa que otra cosa, que reza «en un año de gobierno ZP cambió a 5 ministros». Rodríguez Zapatero (ZP para muchos) realizó, en Semana Santa, una remodelación parcial del gobierno, incluyendo, además, una nueva vicepresidencia y realizando, de paso, un nuevo baile de competencias entre los ministerios (las competencias, al parecer, se dan más por la persona que por la cartera).

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Rodríguez Zapatero no sabe contestar

Los miércoles en la mañana traen como hecho político interesante el día de control al gobierno, al menos podría ser interesante si no realizaran, casi todos los grupos, monólogos más que preguntas, y si las respuestas de los miembros del gobierno estuvieran en consonancia con lo que se le pregunta. Esto es como aquella entrevista a Bono en La Mirada Crítica, en que el presentador preguntaba algo y Bono decía cualquier cosa menos una respuesta, al reproche por parte del periodista de «no me está contestando» Bono, con todo su estilo campechano, respondió: «Usted pregunta lo que le da la gana y yo contesto lo que me da la gana».

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Lo que se dice que dijo

Cada vez estoy más seguro que se opina sin saber. Y no me refiero a que se opine desde el sentido común o la intuición (algo que todos hacemos, y que yo practico en esta bitácora de forma continua), ni siquiera hablo de un conocimiento limitado o mal manejo de información (en eso pecamos muchos) sino a la desinformación total al momento de verter una opinión, que lleva a una tergiversación total de la propia base que produce una opinión determinada (a veces parece intencionado, otras llevada por prejuicios y otras muchas por simple malinformación). El problema es que los informadores cada vez caen más en este «error», se informa de lo que no se sabe o simplemente se tiene conocimiento de oídas.

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Más dinero a las promotoras

Y al final, la solución termina siendo lo mismo que originó el problema: Ladrillo. ¿Cómo se va a solventar un problema estructural en el tejido productivo español? Ni se sabe ni se quiere intentar, que las cosas sigan como estaban, parece ser la consigna y al final se socializan las pérdidas mientras se privatizan las ganancias. Si es que con estos liberales no se puede seguir… En fin, que más dinero para las constructoras (o facilidades, o liquidez, o lo que toque decir), que era lo que no se debía hacer en ningún caso.

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De expulsiones y gobiernos «progresistas»

Si lo que dice Sarkosy es cierto (en la literalidad de sus palabras), tanto José Luis Rodríguez Zapatero como Romano Prodi debieran dar un paso al costado. Sin más. El presidente francés asegura que desde España e Italia se pide la organización de «operaciones de expulsión colectiva de inmigrantes» según la información recogida en Público, aunque claro, «las autoridades italianas y españolas niegan las palabras del presidente francés y aclaran que la Unión Europea se limita a organizar repatriaciones conjuntas desde diversos países» dice la entradilla del diario español.

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«¿Por qué no te callas?»

De la XVII cumbre Iberoamericana se puede decir mucho. De lo cual poco es positivo. Y es un tema del que quiero escribir «en serio» (y por eso no he puesto nada como «avance» ni sobre esas «cumbres paralelas», todas ella subregionales o simplemente bilaterales), pero hoy las chiquilladas durante el fin de la Cumbre merecen una entrada breve, lúdica, pero breve. Más o menos sabemos lo que pasó ayer y tal, que Chávez hizo uno de sus típicos discursos donde fallan las formas (no está en su programa de televisión, donde dice lo que quiere y, sobre todo, como quiere, sino en una cumbre, hay que saber distinguir sitios, se puede decir lo mismo con un lenguaje más diplomático), y fallaron cuando se dedicó a repetir lo fascista que es Aznar y lo golpista que son las empresas españolas en Venezuela. Y Rodríguez Zapatero salió en plan «hay que respetar niños, eso no se dice».

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La normalidad de los encuentros

Y las cabezonerías que los destrozan. Algo bueno de Rodríguez Zapatero es que trata, al menos en cuanto a lo formal, bien a los presidentes regionales, creo que a ninguno le ha negado cita para verse, y eso ya le honra (es que los ejemplos pasados eran malos), por supuesto, son encuentros diplomáticos en el mayor de los sentidos, aunque se den dentro de un mismo país, son encuentros de los jefes de sus pequeños territorios, a sabiendas, por parte de Rodríguez Zapatero, que él tiene la última palabra (con lo cual la horizontalidad aparente se vuelve en verticalidad real, igual que en los encuentros diplomáticos). Ibarretxe y Rodríguez Zapatero se han encontrado en la Moncloa, cita necesaria en que Ibarretxe le iba a contar su nuevo (y reluciente) plan.

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A reprimir se ha dicho

Recuerdo las manifestaciones con Aznar en el gobierno, recuerdo lo rápido que las fuerzas y cuperpos de seguridad del Estado (o las que se tercien) cargaban en cualquier momento. Seguridad. Seguridad decían los muy cínicos (no es que haya cambiado radicalmente este panorama, pero sí un poquito). Hoy Mariano Rajoy me ha recordado por qué no se debiera votar por él, y por su partido. No es por su pasado, ni el de los suyos (recordar los orígenes falangistas y antidemocráticos es ocioso, no lleva a ninguna parte), sino por la idea que tienen del Estado, y no lo digo por la economía (que también), sino por el uso de la fuerza. «Ante los ataques a la Corona yo habría usado las Fuerzas de Seguridad del Estado», declaró el sucesor de Aznar.

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