Sobre algunas críticas contra las acampadas


Como habrán visto por las fotos de dos días (y otras que no he subido) he intentado «estar ahí» en las protestas y acampadas surgidas desde el movimiento Democracia Real Ya, algo que hay que entender es que esas acampadas y los de DRY no son lo mismo, y que la heterogeneidad es el punto de partida a todo lo que estamos viviendo y viendo. Tampoco todas las acampadas responden a las mismas ideas y consensos, y fuera de una coordinación mínima para determinados actos (como el minuto de silencio a las 23:59 del domingo) y una solidaridad amplia, cada acampada es autónoma del resto. También hay que entender (y leo con desasosiego a algunas de las «personalidades» que impulsaron DRY que no lo entienden) que las acampadas no representan a nadie, no se «arrogan» derecho alguno, las asambleas que ahí se montan son por y para la acampada, y solo representan a los que ahí están, esto es, en todo caso, un ejercicio de un asamblearismo directo que, además, rechaza las fórmulas intermediadas de ejercer el poder, esto es, toda reivindicación, programa, consenso, decisión que salga de una asamblea vincula a la acampada porque así lo quieren ellos, pero a nadie más, ni representan a nadie más que los que ahí estuvieron decidiendo algo, ni se impone nada a nadie (esto es, si una asamblea decidiera levantar una acampada, pero 20 o más personas la quieren mantener, nadie de la asamblea les exigirá irse, no hay coacciones, claro que los que se queden no serán los «mismos» que los que estaban en la acampada, será una «escisión» del «movimiento», tan legítima como la propia decisión de la acampada, claro que tendrían que pedir sus propios permisos y demás ante la autoridad administrativa competente).

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