Tres proyectos de reforma electoral

En realidad, en estos momentos, la comisión Constitución y Reglamento del Congreso de la República del Perú contiene muchos proyectos de ley que modifican el panorama electoral y de partidos, algunos mil veces iniciado (como el distrito electoral para los que vivimos fuera; en cualquier caso, la situación actual, que es que todos votamos como limeños, creo que carece de sentido), otros bastante novedosos… en fin, que hay bastante (contando el Código Electoral presentado por el JNE –Proyecto de Ley 01313/2016-JNE-), pero en este momento me quedo con tres: Proyecto de Ley 01565/2016-CR (copia PDF), Proyecto de Ley 01485/2016-CR (copia PDF) y Proyecto de Ley 01595/2016-CR (copia PDF). Dicho así, no significan nada. Claro. Vamos uno por uno y comento lo que vengo a contarles.

Más requisitos para ser congresista

De una forma u otra, los congresistas tienden, para mejorar la imagen de la institución, a realizar continuas propuestas de reforma que se suelen traducir en «más requisitos para ser congresista». En este caso, de la mano de Frente Amplio, se propone la modificación del artículo 113 de la Ley Orgánica de Elecciones, Ley nº 26859 para incluir el siguiente párrafo (proyecto de Ley 01565/2016-CR, copia PDF):

«Tampoco pueden ser elegidos congresistas quienes no se encuentran debidamente inscritos en el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil, los deudores de reparaciones civiles inscritos en el Registro de Deudores de Reparaciones Civiles (REDERECI), los deudores inscritos en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos (REDAM), y aquellos que pertenezcan directa o indirectamente, o a través de cuentas, a sociedades en paraísos fiscales (Sociedades Off-Shore).»

Lo primero es un tema del lugar: la ley no debería incluir más requisitos para ser congresista que los existentes en la Constitución Política del Perú (art. 90º), esto ya lo he mencionado otras veces (por ejemplo, cuando se habló del requisito residencia ara el Congreso). Modificar la Ley Electoral en ese sentido, sin hacerlo con la constitución, deviene en la imposibilidad, por inconstitucional, de aplicar ese requisito.

El párrafo mezcla temas variados, para mejorar la imagen del Congreso y evitar polémicas como la de congresistas morosos y demás (lo de no solo serlo, sino parecerlo), sobre las sociedades en paraísos fiscales, mientras sea legal, es una prohibición absurda. Lo de estar en esos registros, en realidad se puede favorecer al cumplimiento de esos pagos (por ejemplo, incorporando un embargo inmediato de parte del sueldo del congresista para ir cubriendo las deudas habidas), pero excluir a una persona que puede concurrir a un proceso electoral y que busca representar a otras, por tener una deuda, es contrario a favorecer la representatividad (un poco como lo de la formación previa y similares). Los congresistas no son santos ni santas. Ni tienen por qué serlo.

Distinto es «obligar a declarar» todos esos extremos (la posesión de forma directa o indirecta de sociedades en paraísos fiscales -a saber cómo determinaríamos lo de indirecto, a poco que pagues una AFP estás metido en esos fregados casi fijo-, el estar inscrito en esos registros, etc.), en tanto que es información (descontextualizada pero contextualizable) que puede servir para que una persona decida votar o no por otra.

Voto facultativo para menores de edad

Desde el Partido Aprista Peruano se presenta un proyecto de ley (01485/2016-CRcopia PDF)  que modificaría tanto la Constitución (art. 31º) como la Ley Orgánica de Elecciones (art. 9º) para permitir que los menores entre 16 y 17 años puedan votar. Para ellos se establece un verdadero derecho a participar (no una obligación, como existe entre los 18 y 70 años).

A diferencia de la anterior propuesta, esta sí recuerda la necesidad de modificar la constitución para permitir lo que se propone. Personalmente no veo problema en que se comience a dar voz y voto a los menores mayores de 16 años, está en consonancia con esos cambios en que se les va dando control de su vida poco a poco. Los 16 años ya marcan una edad en que el menor, a pesar de seguir siéndolo, es sujeto de derecho pleno en muchos supuestos, este sería uno más.

El problema lo veo en ser una medida parcial: ¿cómo se explica que entre una edad y otra el voto es voluntario u obligatorio? La explicación para con los mayores se encuentra en no forzar a que una persona con limitada movilidad tenga que desplazarse para votar, sí, pueden encontrar otras excusas, pero el fondo es este; en vez de favorecer el voto (por ejemplo, voto por correo, garantizar instalaciones de accesibilidad inclusiva, etc.) se quita la obligación y santas pascuas, esto es, se va en contra de favorecer la participación. A la vez, se establece como una obligación. Ya saben que por acá estoy en la página de legislar por un voto libre, voluntario, en todos los casos. El sufragio es un derecho, no puede ser una obligación.

Lo que no entiendo es por qué la propuesta, de paso, sustituye la expresión «vecinos» por «ciudadanos» en el segundo párrafo del art. 31º de la Constitución, los vecinos es una expresión que comprehende a más gente que los ciudadanos… y no encuentro justificación de este cambio en el resto del proyecto.

Una elección separada para el Congreso

Desde Peruanos por el Kambio (PPK) se ha presentado una propuesta que busca modificar el día en que elegimos a los congresistas, disociándolo de la primera vuelta presidencial (proyecto de Ley 01595/2016-CRcopia PDF). Mediante la variación de los artículos 16, 20, 82, 87 y 224 de la Ley nº 26859, así como del título de uno de sus capítulos, lo que se pretende es que los congresistas se eligieran en la segunda vuelta presidencial (si la hay) o un tiempo después de la primera (y única) vuelta presidencial. De esta manera pretende el grupo parlamentario PPK, brazo político del presidente de la república, que los peruanos sepamos quién es el presidente o que solo haya dos candidatos a la presidencia a la hora de elegir congresistas. En el fondo, pretende que se refuerce la mayoría parlamentaria de quien saldrá elegido presidente, mirando un poco el funcionamiento de Francia (donde, no lo olvidemos, tienen un sistema semipresidencialista, donde ahora no votan ni los candidatos -en la primera vuelta, el absentismo superó el 50%-).

La propuesta está basada en las opiniones de Tuesta, uno de los mayores expertos electorales de nuestro país. Tuesta, hay que tenerlo en cuenta, es favorable a la reducción de la oferta electoral y que el resultado permita la «gobernabilidad»; esto hay que tenerlo claro desde el principio, estamos ante un proyecto que busca una ampliación de la mayoría del partido que está con el presidente del gobierno. Según la justificación del proyecto presentado, en la lectura que hacen de Tuesta, con la medida se busca (página 5 del proyecto):

  • que nos concentremos en el presidente primero, así no hay que procesar tanta información política (presidenciales más parlamentarias);
  • que sepamos quién es o quién puede ser el presidente o, al menos, la reducción a dos de los candidatos a la presidencia (esto generaría, parece, un voto útil a las dos opciones electorales y sabríamos, antes de votar a los congresistas, a qué opción tira cada uno de ellos al margen de su partido primigenio).

El primer punto me parece muy discutible. En general los partidos presentan fórmula presidencial además de al parlamento (no lo hacen todos, pero sí la mayoría), los votos a partidos (presidente) suelen jalar los votos a candidatos. Lo que importa es el plan de gobierno en general, y este es compartido (evidentemente) por la oferta electoral del partido a la presidencia y al Congreso, pues, en definitiva, se plasma en un documento lo que se quiere para el país (muy mal escrito, pero ese es otro tema). No hace falta conocer a todos y cada uno de los candidatos al congreso (en Lima es donde más habría que mirar, pero hay en distritos electorales con no llegan a una veintena) ni todos los planes (aunque tiendo a revisar todos -y hasta escribo sobre puntos concretos de ellos, como los últimos sobre tema laboral o mujer-, sé que al fujimorismo no le votaré, al igual que a los otros partidos claramente a la derecha; leeré y valoraré los que están más cerca en el espectro ideológico al mío -y soy flexible en ese punto, sino siempre votaría nulo-).

Con toda esta parrafada quiero decir que no es una distracción tener dos elecciones simultáneas porque, aunque son dos poderes distintos, se juega el mismo partido: el gobierno y la legislación del país para los próximos cinco años. La información (los planes de gobierno) para las elecciones generales es la misma, tanto para el legislativo como para el ejecutivo. Es cierto que a veces los candidatos al congreso prometen cosas que no competen directamente al congreso y que va en contra de lo que su candidato presidencial (si lo tienen) está diciendo, pero eso es una incoherencia interna.

En el proyecto presentan una tabla (página 4) que me parece confunde dos conceptos, por un lado la ocupación de la cámara (que no depende solo de los votos obtenidos en una circunscripción, al existir una barrera electoral nacional) y por otro el voto directo. Además, solo se fija en los dos candidatos que pasaron a segunda vuelta. Creo que es necesario recordar algo: en Perú el voto está increíblemente fragmentado, también en las presidenciales. Así pues, desde el 2001 (la fecha que toma como referencia el ponente de la iniciativa legislativa), ningún candidato a conseguido llegar al 40% de los votos en primera vuelta (quien más se acercó, Keiko Fujimori de Fuerza Popular en 2016), todas las veces al menos 3 candidatos superaron el 15% (en 2011 fueron 4), de hecho, en 2 de las 4 elecciones (2001, 2006), 3 partidos superaron el 20%; la suma de los tres primeros candidatos no alcanzó el 80% de los votos en 3 de las 4 ocasiones (2006, 2011 y 2016). En segunda vuelta, dos de las cuatro veces analizadas ha ganado el candidato que quedó segundo en la primera vuelta (2006 y 2016). Lo que busca la propuesta del grupo PPK es forzar a que los ciudadanos quieran votar por los partidos que han pasado a segunda vuelta, reduciendo de forma artificial la pluralidad representativa.

Cuando se habla de voto útil, de voto cruzado y todo eso lo que yo escucho es «reducir la fragmentación política», no por la vía de partidos aglutinadores ni de representantes amplios (que se ganan esos votos convenciendo), sino forzando la mano. Exactamente lo mismo que se ha hecho con la barrera (valla) electoral a nivel nacional, que se excluye a los partidos del ámbito de la circunscripción en favor de otros a pesar de los votos obtenidos (sin la misma, el parlamento actualmente sería distinto, en Cajamarca, por ejemplo, Democracia Directa ganó con diferencia pero los cajamarquinos ven cómo ninguno de sus candidatos preferidos está en el Congreso).

En el proyecto se recoge la opinión de Transparencia (páginas 8 y 9), donde mencionan algunos objetivos y consecuencias de la medida propuesta:

«(…) [E]l objetivo de otorgar al ciudadano la posibilidad de elegir a los candidatos al Congreso de la República en el marco de un escenario políticamente más definido. Así, por ejemplo, no resulta particularmente fácil para el ciudadano elegir a los candidatos a Congresistas cuando este no sabe con precisión quién será el posible Presidente de la República o quiénes serán los dos candidatos que disputarán este cargo en la segunda vuelta.

(…) [U]n voto más consciente y estratégico en la medida que le otorga la posibilidad de definir si es que decide votar para el Congreso por el partido oficialista o, más bien, favorecer con su voto a los partidos que se constituirían como la oposición durante el siguiente gobierno.

(…)

(…) [T]ambién tendría un efecto reductor en la cantidad de organizaciones políticas que alcanzarían representación en el Congreso de la República. (…) incentivaría que los ciudadanos voten por los representantes al Congreso de las organizaciones políticas que hayan obtenido mejores resultados, concentrando así sus votos y evitando una dispersión o fragmentación de organizaciones políticas representadas que posteriormente podría dificultar los procesos de tomas de decisiones dentro del Congreso.»

En otras palabras, concentración de votos, somos idiotas y no sabíamos quiénes podían pasar a segunda vuelta (raramente, más de tres candidatos disputan esos puestos y el voto al Congreso está bastante más fragmentado que eso) y, por algún motivo que no llego a comprender, asumen el modelo francés pero no con todas sus consecuencias. Esto es, si la idea es que el ciudadano sepa o tenga claro quién será el oficialismo, ¿por qué se celebran las legislativas a la vez que la segunda vuelta? Lo lógico, para seguir el argumento de la ONG, sería celebrarlas tras la segunda vuelta (como se hace en Francia). En estas últimas elecciones la segunda vuelta fue increíblemente ajustada (2016), los partidos que apoyaban a PPK, además, eran un popurrí bastante irreconciliable de cara a la representación congresal (se hizo un bloque anti-Keiko), mientras que el bloque fujimorista era más compacto y estable, con lo que seguiríamos con un congreso con mayoría absoluta fujimorista.

Todas estas reformas que se proponen buscan ganar la partida en la mesa, no en el terreno de los discursos; pasa parecido con el horroroso sistema que tenemos de cancelación de inscripciones de partidos, con ello fuerzan alianzas electorales utilitaristas y la desaparición de cualquier voz minoritaria, yendo contra cualquier sentido de representación política, facilitando las cosas a los que ya están asentados.

En este momento, en que las elecciones al Congreso y la primera vuelta son simultáneas, uno esperaría que el voto a un candidato al Congreso corresponda con el voto al candidato presidencial, salvo en los casos en que la fórmula al congreso no tenga presidencial (lo contrario no ocurre). En general, por tanto, se entendería que los votos a presidente fueran algo más abultados (incluso se diera un poco más el voto útil) que al Congreso, pero la verdad es que la diferencia es inmensa, al punto que en los votos al Congreso hay más de tres millones de sufragios que pasan a «blanco» o «nulo»; algunas fórmulas presidenciales con bastante voto popular (como fue Fujimori) no consiguen el suficiente arrastre (aún así, se llevaron la mayoría absoluta del Congreso), un cuadro:

Elecciones generales en Perú 2016, comparación entre votos a presidente y al Congreso
ORGANIZACIÓN POLÍTICA Votos presidente Votos Congreso Diferencia
FUERZA POPULAR 6115073 4431077 -1683996
PERUANOS POR EL KAMBIO 3228661 2007710 -1220951
EL FRENTE AMPLIO… 2874940 1700052 -1174888
ALIANZA POR EL PROGRESO 1125682 1125682
ALIANZA POPULAR 894278 1013735 119457
ACCION POPULAR 1069360 877734 -191626
DEMOCRACIA DIRECTA 613173 528301 -84872
PERU POSIBLE 200012 286980 86968
FRENTE ESPERANZA 203103 139634 -63469
PARTIDO POLITICO ORDEN 65673 68474 2801
PROGRESANDO PERU 75870 14663 -61207
Votos válidos 15340143 12194042 -3146101
Datos de la ONPE, cuadro de elaboración propia.

La competición electoral estaba entre tres candidatos (no más), aún así, millones de peruanos prefirieron votar a otros partidos (la suma de los otros supera a la del segundo con el tercer partido), no por falta de información, ni por «voto ciego», sino porque realmente pensaban que ese partido les representaba mejor que las tres fórmulas primeras (de hecho, uno de los partidos sin fórmula presidencial quedó cuarto al Congreso). Vamos más lejos, los tres principales candidatos (entre los que estaba la pelea electoral real) suman el 79,65% de los votos válidos de las elecciones presidenciales pero solo el 66,74% de los votos válidos de las elecciones al Congreso, esto es, una pérdida de la concentración de voto de 12,91 puntos. Votamos distinto al Congreso y a la Presidencia porque hay más voto útil a la presidencia que al Congreso, voto para intentar que un candidato llegue a segunda vuelta (normalmente se dispersa en tres distintos), ese voto útil a la presidencia no nos hace cambiar nuestra opción al Congreso, ya sea porque la cámara nos da igual o porque sabemos que nuestro candidato presidencial natural no tiene opciones, preferimos marcar otro a Presidente y asegurar los congresistas que queremos (a medio plazo, -hipótesis al canto- eso no cambiaría con la modificación del orden de las elecciones).

Lo que nos venden como una alta fragmentación de votos no se «soluciona» forzando a que el ciudadano tenga menos de dónde elegir (¿de verdad esa es la democracia que buscamos?), ocultando las diferencias ideológico-sociales existentes o las dinámicas caudillistas que tenemos (hay partidos que tienen una oferta en los planes muy similar, pero que se diferencian por los liderazgos únicamente). Veo la matriz de análisis del documento (página 11) y algunas de las cuestiones puestas como «beneficios» yo las veo como «contras» (¿por qué es bueno reducir la competencia entre las organizaciones políticas?, pues hagamos un sorteo, no les fastidia) o «neutras» (¿por qué es «beneficioso» que el ciudadano se concentre en la oferta electoral presidencial?, en todo caso, ¿no somos capaces de pensar dos cosas a la vez?). El último de los beneficios al sistema político (el del bloqueo) no será cierto (la propuesta viene de un ejecutivo que está en minoría en el Congreso, con una oposición con mayoría absoluta; voy a insistir en la hipótesis indicada más arriba, en el Perú de 2016 el fujimorismo hubiese sacado mayoría absoluta al Congreso de todas formas, con ese mismo 36%, si hiciera falta).

La representación política en Perú tiene otro problema, compartido por más países (ya que hemos hablado mucho de Francia, recordemos que tienen unas elecciones legislativas donde no llegan a votar ni la mitad de los llamados a las urnas) y está en los pocos votos a las formaciones políticas para el Congreso, en el conjunto del Perú, además de en cinco circunscripciones concretas, el «partido» más votado sería el de los votos nulos más blancos. Solo los nulos estarían en segundo lugar en todo el Estado. Si tenemos en cuenta los sufragios totales, nos encontramos con que solo un partido (el fujimorista Fuerza Popular) superó el 20% de los votos emitidos. Un cuadro que lo resume:

Elecciones al Congreso del Perú (2016)
Partido Votos %VV %VT %E
FP 4431077 36,34 % 23,63 % 19,35 %
PPK 2007710 16,46 % 10,71 % 8,77 %
FA 1700052 13,94 % 9,07 % 7,42 %
APP 1125682 9,23 % 6,00 % 4,92 %
AlianzaP. 1013735 8,31 % 5,41 % 4,43 %
AP 877734 7,20 % 4,68 % 3,83 %
DD 528301 4,33 % 2,82 % 2,31 %
PP 286980 2,35 % 1,53 % 1,25 %
FE 139634 1,15 % 0,74 % 0,61 %
PPO 68474 0,56 % 0,37 % 0,30 %
ProPe 14663 0,12 % 0,08 % 0,06 %
Votos válidos 12194042 65,03 % 53,24 %
Blancos 2391020 12,75 % 10,44 %
Nulos 4166202 22,22 % 18,19 %
Votos Totales 18751264 81,88 %
Votantes 22901954
Abreviaturas: %VV: porcentaje de votos válidos (a partidos) | %VT: porcentaje de votos totales emitidos | %E: porcentaje los votos con relación a la masa electoral.
Cuadro de elaboración propia, datos de la ONPE

Existe un problema en Perú, muy grande, de representación institucional. Se vota por el «mal menor» (¿cuántos años llevamos haciendo campaña así? Lo peor es que el mal mayor de un año se volvió el mal menor a las siguientes elecciones) a presidente y al Congreso se vota poco (¡solo el 65% fueron votos válidos!), partidos que deberían tener congresistas por ser los más votados en su circunscripción carecen de ellos, los partidos nacionales no juegan en las regionales ni en las elecciones municipales y provinciales (el mapa político es absolutamente distinto), partidos de quita y pon (como el propio de PPK)… y las soluciones propuestas siempre pasan por hacer trampa al solitario y forzar la concentración porque sí. Eso solo favorece a los que ya están…

Otras dos notas sobre el sistema electoral en Perú relativamente recientes:

Un comentario en «Tres proyectos de reforma electoral»

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