De disfraces y trabajos

La mujer de César no sólo debe ser honrada, además debe parecerlo. Es una de las máximas de nuestra sociedad, las apariencias mandan, los estereotipos son la norma a seguir. Esto es, no sólo creamos los estereotipos, sino que ahora debemos arrodillarnos y subordinarnos a ellos.

Existen innumerables normas de vestir para cada ocasión, escritas o no escritas, recomendadas u obligatorias, ridículas e incómodas en su mayoría, buscan homogeneizar a los colectivos, retirar la individualidad a los sujetos, y encasillar los comportamientos dentro de unos cánones y códigos socialmente comprendidos.

No es extraño que la disciplina esté vinculada, de forma directa y clara, a la uniformidad, sólo hay que ver los ejércitos para darnos cuenta de esto, donde la más mínima falta en el vestir puede ser una ofensa grave para las normas castrenses. Así pues, la disciplina social viene dada por la uniformidad dentro de los estereotipos, la necesidad de parecer algo bajo los códigos no escritos del statu quo.

La apariencia da más legitimidad, en nuestras sociedades, que el ser. Uno puede ser muchas cosas, puede tener más méritos que ningún otro en su campo, pero si no parece lo que es, si no se ha ganado previamente un reconocimiento público en su trabajo, no es.

Mientras más altas están las personas en la jerarquía social, con más facilidad pueden saltarse los códigos de uniformidad marcados por las reglas de la moda del momento, de la moda de su profesión o actividad, se entiende, pero siempre según el momento.

No es raro que una persona cuya profesión le obligaría a una apariencia determinada, que el resto de sus subordinados o inferiores en la escala social mantienen impoluta y uniforme en su presencia, se permita licencias en el vestir y actuar que en el resto merecerían la más alta condena al ostracismo y la pérdida del ser. El parecer sirve, ante todo, entre los que no tenemos suficiente fuerza o autoridad para simplemente ser.

Se mantiene así una suerte de control social sobre la población, la sociedad se contiene a sí misma y reprime lo individual en favor a lo colectivo, entendido como el mantenimiento de unas formas que se alejan mucho de la simple cortesía para erigirse a sí mismas como dictadoras de la apariencia de las personas.

El que haya gente exenta de cumplir la norma no hace más que afirmar la misma, no por el mal entendido latinajo de exceptio probat regulam in casibus non exceptis, sino, como digo, porque reafirma la superioridad social de la persona que se «exceptúa» de la norma mientras que, a su vez, mantiene la uniformidad de quienes están bajo él.

Hoy claudiqué. No me quedó otra. Sí, sí me quedó realmente, pero no en lo que me quiero dedicar, no en lo que quiero ser. Hasta ahora había evitado el hincado de la rodilla, la pérdida de la identidad. Ahora toca forzar la norma, hacerle trampa, trucarla. Para eso estudié a fin de cuentas.

Los grandes cambios, algunas veces, vienen dado por pequeños y constantes cambios, que imperceptiblemente van cambiando la realidad, por la suma de pequeñas rebeliones, esas revoluciones que, como la procesión en cuestiones personales, van por dentro.

Ni seré el primero ni seré el último, esto de la normatividad social se mueve así, entre fuerzas que apuntan a distintos lados, los que pretenden nuevas uniformidades (que suelen ganar) y los que conseguimos pequeñas victorias o emprendemos luchas interminables por la identidad propia.

Mientras tanto, todos disfrazados cuando estamos en sociedad, uniformados y todos con las máscaras, aquellas que tan bien describía de forma constante el señor Kundera. Odio parecer para poder ser.

Excurso: Hablando de bobadas varias, tal vez (lo más seguro) limite mucho las entradas, ya saben, nuevo trabajo y nueva mudanza, cambios de ciudad y tal con pascual.

4 comentarios en «De disfraces y trabajos»

  1. Hoy claudiqué??? Tienes un nuevo trabajo Jomra??? No es tan malo estar disfrazado como dices, lo importante es no olvidarnos de cual es nuestro verdadero rostro, nuestra verdadera ropa, el lugar y la forma que nos hace sentir más cómodos.

    Me gustó eso de el parecer sirve, para los que no tenemos suficiente fuerza o autoridad para simplemente ser. Bueno, parece que por ahora nos toca «parecer», aunque suene tan feo, no????????

  2. Salud

    Efectivamente, nuevo trabajo y en otra ciudad (y durante toda la semana, sin red ni computadora, para un «adicto a Internet» como yo, todo un reto, ya estaba subiéndome por las paredes).

    Algo malo sí que veo en «parecer» y para eso disfrazarse, no gran cosa, pero si a eso le sumamos la incomodidad… pues :P.

    Ahora nos toca parecer, hasta que hagamos desaparecer la apariencia :D.

    Hasta luego y gracias por el comentario ;)

    PD: Espero que sepa perdonar mi tardanza entre su comentario y mi respuesta.

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