Lágrima

Te veía a los ojos, una puerta al pasado, que traía todo tipo de recuerdos dispares, desde los más alegres hasta los más horrendos, te veía a los ojos y deseaba un futuro que simplemente jamás sería… ¡¡Pero soñar es gratis!! Y de sueños, por más que digan, sí vive el hombre. No de forma material, por supuesto, pero los sueños son como la esperanza, son lo único real entre la irrealidad que tenemos, son ese mástil mayor de la nave que nos permite ver de donde venimos y a donde queremos ir.
Pero muchas veces gritamos tierra creyendo haber encontrado las Indias, y nada más lejos de la realidad, nos volvemos descubridores por casualidad de un mundo ya habitado, pero nos negamos a ver más allá por el gran deseo de realizar un sueño, sueño que suele ser el rostro sonriente de alguien como tú, sueño que se traduce, muchas veces, en una lágrima de dolor contenido, que si pudiera traspasaría hasta al diamante, ese mineral con el que todos soñamos conquistar el mundo.

Una sarta de pasos sobre la arena borrados constantemente por el mar, no hay más coherencia que la propia existencia, aún inexistente en un entendimiento que se niega a la realidad por aferrarse a esa vela que hondeando decide arder para iluminar un camino distinto al deseado, al deseable.

Pero ¿para qué son todas estas letras? Sólo se dedican a llenar páginas de improperios, de inexactitudes, de deseos frustrados antes de ser concebidos, embriones de futuros que jamás serán paridos. La lágrima atraviesa el rostro sin ninguna vicisitud, sabedora de su real poder sobre la realidad que nos negamos a ver, sabedora de ser de verdad una luz que ilumina el sendero que no queremos cruzar, sabedora de que el futuro no es más que una hipótesis forjada en un pasado que sólo existe en el sueño de los ilusos.

Pero es la ilusión, es el sueño, es la garra, es, sin lugar a dudas reales, el corazón el que se niega a abandonar la misión, yo me lo guiso yo me lo como, como dirían el sabio Palomo, no hay nada que hacer en la insoportable levedad del ser, por citar un título de un gran libro, si no somos nadie al menos soñemos en que por nosotros mismos podamos ser alguien, esa lágrima de conocimiento en vez de negarme la felicidad (alfas grises escondidos por las esquinas asechando a la sociedad para llevarla sobre sus sabios hombros y negarnos la posibilidad de decidir) me la da, porque sólo desde la realidad podré, podremos conseguir algún futuro distinto al que los augurios apuestan.

No hay más que ver los páramos de soledad diseñados para todos en esto llamado realidad, no hay más que ver el negro futuro que me espera para tener mayor certeza que cualquier lucha que realice, realicemos, consigamos iniciar, tendrá más sentido que lo que aún es real, porque, a fin de cuentas, somos nosotros los que contaremos en el futuro cómo vencimos al pasado estando en la arena del presente.

No lo olvides, te secuestraré. No lo olvides, pequeña gota del rocío de la mañana, el futuro por más que intentes configurarlo está en nuestras manos.

Mezclo cosas sin demasiado sentido. Lo sé.

Pero aún así, no logro evitar que la lágrima se ría de mí golpeando el suelo haciendo retumbar toda la realidad.

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